
Get off my floor!!!!
El camino transcurrió sin incidentes notables salvo un tramo que hice en autobús debido a ciertas reparaciones de la vía. Poco antes de las 2 estaba en Bristol. Me di cuenta de que no había tenido la precaución de imprimir un mapa, así que no tenía la mas mínima idea de donde quedaba el dichoso lugar. Decidí caminar hacía el centro, “por ahí debe quedar, y si no ahorita le pregunto a alguien” pensé. No ayudó de mucho. En primera por que seguir los letreros fue una de las aventuras de éxito mas complicado que se me pudo ocurrir. A cada 100 metros me encontraba letreros con indicaciones confusas, o contradictorias. Y además, las primeras dos personas a las que pregunté ni siquiera sabían que en Bristol hay un lugar llamado Academy donde hacen conciertos. Con la tercera tuve mas éxito, por que me dijo por donde. De todas formas no sirvió de mucho por que me perdí.
Decidí buscar la oficina de información turística. A seguir letreros de nuevo. De esta forma, llegué a una especie de explanada con diversos establecimientos. Otro letrero: Información turística, por aquí. Caminé en esa dirección. A los 200 metros, otro letrero que indicaba que la famosa oficina estaba en la dirección contraria. “Tal vez la pasé” pensé. Regreso. Nada de oficina. Vuelvo a caminar por la misma dirección, incrédulo, buscando la susodicha oficina en los lugares más inimaginables. Nada. Ya eran las 3 de la tarde, me había cansado de buscar la oficina, y empezaba a desesperarme. Resolví entrar a uno de los establecimientos cercanos a preguntar.
-¿Sabe donde queda la Academia?
-¿Cual academia?
Como se puede ver, estaba al punto de la desesperación Afortunadamente, llegó otra persona, a la que después de explicarle que academia, supo a que me refería, y me dijo donde estaba. Tomé un mapa, vi donde estaba, y caí en la cuenta de que si hubiera seguido las indicaciones de la primera persona que me orientó, habría llegado. En realidad no era tan fácil, pero eso fue lo que pensé inmediatamente.
Al salir de ahí y encaminarme a la academia, tomé una dirección (mucha atención) perpendicular a la que indicaban los letreros de oficina de turismo. No había andado más de 20 pasos cuando encontré la oficina.
Resignado, me fui a la academia. Ya había fila. Concluí que era un poco temprano y fui a dar otra vuelta. Una vez que me hube cansado de caminar y sin mas cosas interesantes que hacer, regresé a la fila. No había crecido mucho. Eran aproximadamente las 4:30. Delante de mí estaban dos pubertos (como muchos de los asistentes, la mayoría niñas de entre 13 y 17 años, por cierto) uno de los cuales parecía listo y el otro algo tonto. El listo se la pasaba contradiciendo las sandeces que el otro decía. Así las cosas, hasta que llegó un tipo. Era un indigente, de mas de dos metros de altura, y ataviado al estilo “punk” Al principio no hizo mucho, solo decir incoherencias y pedir cigarros a todo mundo. Luego empezó a pedir dinero. La cosa se tornó por demás chistosa cuando nos dijo que por qué estábamos en su casa. !Get of my floor¡ Gritaba. Esta es mi casa, !get of my land¡ Y como no teníamos la menor intención de movernos, decidió cobrarnos renta. Así fue, Varios le dimos unas monedas para que se callara. Pero los pubertos delante de mí aprovecharon para burlarse, y recordarle que los demás no habían pagado. Así pasó hasta que se quedó dormido donde estaba. De vez en cuando despertaba para gritarnos que nos fuéramos de su piso.
No voy a entrar en detalles sobre el concierto. Solo diré que estuvo excelente y situado el frente. Al salir, tenía hambre. Había reservado un sándwich pero en la entrada no me dejaron que lo metiera. Fui a buscar un lugar donde comer, me hice de una empanada y papas fritas, y regresé a sentarme cerca de la academia. Para regresar a Southampton tenía dos opciones, una era tomar un tren a las 11:45, esperar 5 horas en otra estación, y por último llegar a eso de las 7 de la mañana. La otra era esperar a las 5:40 a.m. en Bristol y tomar un tren directo. De todas formas iba a tener que esperar. Eran las 11 de la noche. Como no tenía nada mejor que hacer, pensé que lo mejor sería esperar a que los miembros de la banda salieran para conseguir algún autógrafo. Después de una larga espera, uno a uno salieron, pude tomarme fotos con ellos, y firmaron mi boleto. Poco antes de que saliera el último, ya solo quedábamos como 15 personas esperando, cuando de pronto apareció de nuevo el indigente. Ya no recordaba que estabamos en su piso, pero si me recordó.
- Yo te conozco, tu estabas en la fila hace rato, me dijo.
- Si ahí estaba, contesté.
Pero no pasó nada más. Después llego su amigo. Mientras el primero nos presumía su playera de la banda que había tocado: “Papa Roach” rezaba la camiseta.
A las 2 de la mañana, me retiré de ahí rumbo a la estación. Casi a las 3 llegué, y por poco y me perdía de nuevo. Pero no fue así. Al llegar mi sorpresa fue enorme al encontrar las puertas cerradas. Había un tipo recostado en una banca, quien resultó estar también en el concierto, y me dijo que abrían hasta las 5 a.m. A esperar, dos largas horas. Hacía frió. Ni modo. Hubieran sido las dos horas más tediosas de mi vida de no ser por un nuevo incidente. Un nuevo indigente se acercaba. Tomando cerveza y tosiendo se acercó. Nadie le hizo caso. Iba y venía. Se dedicaba a recoger colillas de cigarro que metía en una bolsa plástica. De lo que no se daba cuenta, era de que de cada 3 que recogía, dos se tiraban por que la bolsa estaba rota. Después fue a sentarse en la banca que yo estaba. Yo estaba escuchando música.
-¿Puedo sentarme?
Como no queríamos le dejamos lugar sin decir nada. Empezó a decir incoherencias. Me di cuenta de que tenía buenos gustos musicales.
-¿Qué estás escuchando, Led Zepellin o AC-DC? Preguntó.
-Pearl Jam. Contesté
-Ahhh, no los conozco.
Dicho esto, sacó una botella de dos litros con alguna bebida alcohólica y se fue a tomar a otra banca.
Al menos este no quiso cobrarnos por usar la banca.