De compras.
Ir de compras puede ser tan aburrido como impredecible. Especialmente cuando prácticamente no hay mas que una sola tienda para cerca de 20000 estudiantes recién llegados de quien sabe donde. Y es cierto. Cerraron una tienda para cambiarla por otra, que vende productos mas caros. Para evitar entrar en averiguatas no voy a mencionar nombres, simplemente la llamaré M. Yo solía ir a M con relativa frecuencia queriendo escapar de la muchedumbre y de los problemas relativos a cargar cuatro o 5 bolsas en un camión lleno. Ahora ya no puedo. Que opción me queda, ir al centro, en una tienda que está hasta reventar, donde las filas son ridículamente largas. Esto se debe a que además de haber cerrado la tienda M, también la tienda B ha sido cerrada, el menos temporalmente. La demás tiendas de la ciudad quedan fuera de la discución por estar ubicadas en paraderos de dudosa reputación, demasiado lejos, o ser muy caras.
Es increíble que en una ciudad tan grande como esta, de 250000 habitantes, prácticamente solo haya 4 tiendas de tamaño mediano. Mediano, según mis estándares. Mi ciudad natal tiene menos de una tercera parte de la población de Southampton y tiene 3 tiendas que son al menos, el doble de la mas grande que se encuentra aquí. Como es que piensan abastecer las necesidades alimenticias de esos 20000 estudiantes buscando sobrevivir. No lo sé. De alguna manera se las ingenian. Sin embargo, resulta realmente enfadoso que las personas no pongan de su parte para reducir los tiempos muertos. ¿Por que en vez de tomar lo que necesitan y retirarse, se quedan casi diez minutos comparando y discutiendo si comprar una cebolla blanca o una morada? Misterio. ¿Y por qué los administradores tampoco colaboran? Esto lo menciono por que en las últimas tres veces que he ido han cambiado de lugar las cosas. Primero las lechugas estaban de un lado, luego las cambiaron, y por último las regresaron a su lugar de origen. Esto provoca que el consumidor práctico se confunde y da mas vueltas de las necesarias, incrementando el caos. Otro caso que recuerdo bastante bien fue cuando una cajera oligofrénica me pidió identificación por que llevaba 4 cervezas. La misma cajera repitió esa operación este fin de semana con unos jóvenes que parecían cualquier cosa excpeto menores de 21 años. Y estoy seguro que lo repite incesantemente sin importarle que la fila crezca exponencialmente.
La fila es toda una odisea. Si el tiempo perdido en filas lo hubiera empleado en algo productivo, tal vez ya habría escrito una novela acerca de la revoución Mexicana, o probablemente algún tratado sobre el procedimiento óptimo de quitarle la cáscara a una naranja. Sin embargo me paro ahí tratando de aparentar paciencia e indiferencia. He descubierto que lo mas entretenido que se puede hacer es ver las mercancías de los demás y tratar de descubrir que piensan hacer con eso. Por ejemplo, los que llevan el carrito lleno de comida congelada, otros llenos de vegetales, quienes son recién llegados, o parranderos. Creo que el tratado debería ser sobre perfiles psicológicos en base a las compras.
Es increíble que en una ciudad tan grande como esta, de 250000 habitantes, prácticamente solo haya 4 tiendas de tamaño mediano. Mediano, según mis estándares. Mi ciudad natal tiene menos de una tercera parte de la población de Southampton y tiene 3 tiendas que son al menos, el doble de la mas grande que se encuentra aquí. Como es que piensan abastecer las necesidades alimenticias de esos 20000 estudiantes buscando sobrevivir. No lo sé. De alguna manera se las ingenian. Sin embargo, resulta realmente enfadoso que las personas no pongan de su parte para reducir los tiempos muertos. ¿Por que en vez de tomar lo que necesitan y retirarse, se quedan casi diez minutos comparando y discutiendo si comprar una cebolla blanca o una morada? Misterio. ¿Y por qué los administradores tampoco colaboran? Esto lo menciono por que en las últimas tres veces que he ido han cambiado de lugar las cosas. Primero las lechugas estaban de un lado, luego las cambiaron, y por último las regresaron a su lugar de origen. Esto provoca que el consumidor práctico se confunde y da mas vueltas de las necesarias, incrementando el caos. Otro caso que recuerdo bastante bien fue cuando una cajera oligofrénica me pidió identificación por que llevaba 4 cervezas. La misma cajera repitió esa operación este fin de semana con unos jóvenes que parecían cualquier cosa excpeto menores de 21 años. Y estoy seguro que lo repite incesantemente sin importarle que la fila crezca exponencialmente.
La fila es toda una odisea. Si el tiempo perdido en filas lo hubiera empleado en algo productivo, tal vez ya habría escrito una novela acerca de la revoución Mexicana, o probablemente algún tratado sobre el procedimiento óptimo de quitarle la cáscara a una naranja. Sin embargo me paro ahí tratando de aparentar paciencia e indiferencia. He descubierto que lo mas entretenido que se puede hacer es ver las mercancías de los demás y tratar de descubrir que piensan hacer con eso. Por ejemplo, los que llevan el carrito lleno de comida congelada, otros llenos de vegetales, quienes son recién llegados, o parranderos. Creo que el tratado debería ser sobre perfiles psicológicos en base a las compras.
1 comment:
Que onda bro!
Buen tema te acabas de aventar!
No sé porque me hizo recordar ese tipo de películas de drama psicológico que solo los europeos pueden hacer tan bien!
Ciérrale el ojo a la cajera, quizas te atiende más rápido, jaja
Saludos!
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