Wednesday, October 18, 2006


Get off my floor!!!!

Domingo, 9:00 a.m. Estoy despierto. Cosa rara, en fin de semana nunca me levanto tan temprano. Pero es el día del concierto de AFI, en Bristol. Mi plan era tomar el tren a las 7 de la mañana, mas o menos, para vagar durante el día por Bristol (ya había estado ahí antes, pero no pude recorrer la ciudad). Desafortunadamente, el día anterior hubo una fiesta de la cual escribiré tal vez en otra ocasión. Y, después de la fiesta, y llegar a la casa cerca de las 2:00 a.m. sobra decir que no tuve la suficiente presencia de ánimo como para levantarme temprano. Al fin que en Bristol no hay mucho que ver, pensé. Después de bañarme, almorcé y prepararé mi equipaje (consistente en una mochila que contenía una chaqueta ligera, cámara, una playera por si acaso, y varios sándwiches por que mi presupuesto estaba restringido). Apertrechado de esta manera, emprendí el camino, para llegar a la central de autobuses a eso de las 11, y tomar un tren a las 11:15.

El camino transcurrió sin incidentes notables salvo un tramo que hice en autobús debido a ciertas reparaciones de la vía. Poco antes de las 2 estaba en Bristol. Me di cuenta de que no había tenido la precaución de imprimir un mapa, así que no tenía la mas mínima idea de donde quedaba el dichoso lugar. Decidí caminar hacía el centro, “por ahí debe quedar, y si no ahorita le pregunto a alguien” pensé. No ayudó de mucho. En primera por que seguir los letreros fue una de las aventuras de éxito mas complicado que se me pudo ocurrir. A cada 100 metros me encontraba letreros con indicaciones confusas, o contradictorias. Y además, las primeras dos personas a las que pregunté ni siquiera sabían que en Bristol hay un lugar llamado Academy donde hacen conciertos. Con la tercera tuve mas éxito, por que me dijo por donde. De todas formas no sirvió de mucho por que me perdí.

Decidí buscar la oficina de información turística. A seguir letreros de nuevo. De esta forma, llegué a una especie de explanada con diversos establecimientos. Otro letrero: Información turística, por aquí. Caminé en esa dirección. A los 200 metros, otro letrero que indicaba que la famosa oficina estaba en la dirección contraria. “Tal vez la pasé” pensé. Regreso. Nada de oficina. Vuelvo a caminar por la misma dirección, incrédulo, buscando la susodicha oficina en los lugares más inimaginables. Nada. Ya eran las 3 de la tarde, me había cansado de buscar la oficina, y empezaba a desesperarme. Resolví entrar a uno de los establecimientos cercanos a preguntar.

-¿Sabe donde queda la Academia?

-¿Cual academia?

Como se puede ver, estaba al punto de la desesperación Afortunadamente, llegó otra persona, a la que después de explicarle que academia, supo a que me refería, y me dijo donde estaba. Tomé un mapa, vi donde estaba, y caí en la cuenta de que si hubiera seguido las indicaciones de la primera persona que me orientó, habría llegado. En realidad no era tan fácil, pero eso fue lo que pensé inmediatamente.

Al salir de ahí y encaminarme a la academia, tomé una dirección (mucha atención) perpendicular a la que indicaban los letreros de oficina de turismo. No había andado más de 20 pasos cuando encontré la oficina.

Resignado, me fui a la academia. Ya había fila. Concluí que era un poco temprano y fui a dar otra vuelta. Una vez que me hube cansado de caminar y sin mas cosas interesantes que hacer, regresé a la fila. No había crecido mucho. Eran aproximadamente las 4:30. Delante de mí estaban dos pubertos (como muchos de los asistentes, la mayoría niñas de entre 13 y 17 años, por cierto) uno de los cuales parecía listo y el otro algo tonto. El listo se la pasaba contradiciendo las sandeces que el otro decía. Así las cosas, hasta que llegó un tipo. Era un indigente, de mas de dos metros de altura, y ataviado al estilo “punk” Al principio no hizo mucho, solo decir incoherencias y pedir cigarros a todo mundo. Luego empezó a pedir dinero. La cosa se tornó por demás chistosa cuando nos dijo que por qué estábamos en su casa. !Get of my floor¡ Gritaba. Esta es mi casa, !get of my land¡ Y como no teníamos la menor intención de movernos, decidió cobrarnos renta. Así fue, Varios le dimos unas monedas para que se callara. Pero los pubertos delante de mí aprovecharon para burlarse, y recordarle que los demás no habían pagado. Así pasó hasta que se quedó dormido donde estaba. De vez en cuando despertaba para gritarnos que nos fuéramos de su piso.

No voy a entrar en detalles sobre el concierto. Solo diré que estuvo excelente y situado el frente. Al salir, tenía hambre. Había reservado un sándwich pero en la entrada no me dejaron que lo metiera. Fui a buscar un lugar donde comer, me hice de una empanada y papas fritas, y regresé a sentarme cerca de la academia. Para regresar a Southampton tenía dos opciones, una era tomar un tren a las 11:45, esperar 5 horas en otra estación, y por último llegar a eso de las 7 de la mañana. La otra era esperar a las 5:40 a.m. en Bristol y tomar un tren directo. De todas formas iba a tener que esperar. Eran las 11 de la noche. Como no tenía nada mejor que hacer, pensé que lo mejor sería esperar a que los miembros de la banda salieran para conseguir algún autógrafo. Después de una larga espera, uno a uno salieron, pude tomarme fotos con ellos, y firmaron mi boleto. Poco antes de que saliera el último, ya solo quedábamos como 15 personas esperando, cuando de pronto apareció de nuevo el indigente. Ya no recordaba que estabamos en su piso, pero si me recordó.

- Yo te conozco, tu estabas en la fila hace rato, me dijo.

- Si ahí estaba, contesté.

Pero no pasó nada más. Después llego su amigo. Mientras el primero nos presumía su playera de la banda que había tocado: “Papa Roach” rezaba la camiseta.

A las 2 de la mañana, me retiré de ahí rumbo a la estación. Casi a las 3 llegué, y por poco y me perdía de nuevo. Pero no fue así. Al llegar mi sorpresa fue enorme al encontrar las puertas cerradas. Había un tipo recostado en una banca, quien resultó estar también en el concierto, y me dijo que abrían hasta las 5 a.m. A esperar, dos largas horas. Hacía frió. Ni modo. Hubieran sido las dos horas más tediosas de mi vida de no ser por un nuevo incidente. Un nuevo indigente se acercaba. Tomando cerveza y tosiendo se acercó. Nadie le hizo caso. Iba y venía. Se dedicaba a recoger colillas de cigarro que metía en una bolsa plástica. De lo que no se daba cuenta, era de que de cada 3 que recogía, dos se tiraban por que la bolsa estaba rota. Después fue a sentarse en la banca que yo estaba. Yo estaba escuchando música.

-¿Puedo sentarme?

Como no queríamos le dejamos lugar sin decir nada. Empezó a decir incoherencias. Me di cuenta de que tenía buenos gustos musicales.

-¿Qué estás escuchando, Led Zepellin o AC-DC? Preguntó.

-Pearl Jam. Contesté

-Ahhh, no los conozco.

Dicho esto, sacó una botella de dos litros con alguna bebida alcohólica y se fue a tomar a otra banca.

Al menos este no quiso cobrarnos por usar la banca.


Thursday, October 12, 2006

De tiempos muertos...y otros no tanto.

Mi público (léase mi camarada Hector) se ha quejado por que no he actualizado mi blog. Bueno, no puedo negar que con cierta, o mas bien, con mucha frecuencia pienso que casi nadie entra a leer la sarta de tonterías que escribo aquí. (sirva este paréntesis para agradecer a todos aquellos que han leido este blog). Prefiero no entar en el terreno de las conjeturas y dejar en la lista de misterios sin solución si alguien lee esto o no.

Pero entremos en materia. Cual es la razón por la que no haya escrito últimamente. La principal no ha sido la falta de creatividad artística, por que tengo un par de ideas sobre las cuales trabajar. Pero requieren algo de atención. Ahí es donde aparece el verdadero motivo, y no es otro que la falta de tiempo. Así es, dado que estos días me he encontrado con que los días se me vienen encima, y pues no me ha quedado otra opción que irme encima de ellos antes. Es increíble que ya casi estamos a mitad de octubre, y si quiero regresar en dicembre, hay muchas cosas que hacer.

Había otro motivo. Pero ya no existe. Bueno, en parte. Ayer, por ejemplo, estaba tan preocupado por diversos asuntos que no hubiera podido escribir este texto. Algunas preocupaciones han desaparecido, pero otras siguen ahí. Eso impide que mi mente, o lo que queda de ella, trabaje después de un largo día.

Tal vez, si alguien lee esto pensará: "y por que en vez contar esas mentiras no escribiste sobre alguna de las ideas que dices que tienes, o ¿es que no tienes ideas?" La respuesta es que estas líneas las escribí en 15 minutos, y cada una de esas ideas necesita tiempo, quiero que quede bien hecho.

Espero seguir recolectando ideas estos días. Mientras tanto, veré que se me ocurre.

Monday, October 09, 2006

De compras.

Ir de compras puede ser tan aburrido como impredecible. Especialmente cuando prácticamente no hay mas que una sola tienda para cerca de 20000 estudiantes recién llegados de quien sabe donde. Y es cierto. Cerraron una tienda para cambiarla por otra, que vende productos mas caros. Para evitar entrar en averiguatas no voy a mencionar nombres, simplemente la llamaré M. Yo solía ir a M con relativa frecuencia queriendo escapar de la muchedumbre y de los problemas relativos a cargar cuatro o 5 bolsas en un camión lleno. Ahora ya no puedo. Que opción me queda, ir al centro, en una tienda que está hasta reventar, donde las filas son ridículamente largas. Esto se debe a que además de haber cerrado la tienda M, también la tienda B ha sido cerrada, el menos temporalmente. La demás tiendas de la ciudad quedan fuera de la discución por estar ubicadas en paraderos de dudosa reputación, demasiado lejos, o ser muy caras.

Es increíble que en una ciudad tan grande como esta, de 250000 habitantes, prácticamente solo haya 4 tiendas de tamaño mediano. Mediano, según mis estándares. Mi ciudad natal tiene menos de una tercera parte de la población de Southampton y tiene 3 tiendas que son al menos, el doble de la mas grande que se encuentra aquí. Como es que piensan abastecer las necesidades alimenticias de esos 20000 estudiantes buscando sobrevivir. No lo sé. De alguna manera se las ingenian. Sin embargo, resulta realmente enfadoso que las personas no pongan de su parte para reducir los tiempos muertos. ¿Por que en vez de tomar lo que necesitan y retirarse, se quedan casi diez minutos comparando y discutiendo si comprar una cebolla blanca o una morada? Misterio. ¿Y por qué los administradores tampoco colaboran? Esto lo menciono por que en las últimas tres veces que he ido han cambiado de lugar las cosas. Primero las lechugas estaban de un lado, luego las cambiaron, y por último las regresaron a su lugar de origen. Esto provoca que el consumidor práctico se confunde y da mas vueltas de las necesarias, incrementando el caos. Otro caso que recuerdo bastante bien fue cuando una cajera oligofrénica me pidió identificación por que llevaba 4 cervezas. La misma cajera repitió esa operación este fin de semana con unos jóvenes que parecían cualquier cosa excpeto menores de 21 años. Y estoy seguro que lo repite incesantemente sin importarle que la fila crezca exponencialmente.

La fila es toda una odisea. Si el tiempo perdido en filas lo hubiera empleado en algo productivo, tal vez ya habría escrito una novela acerca de la revoución Mexicana, o probablemente algún tratado sobre el procedimiento óptimo de quitarle la cáscara a una naranja. Sin embargo me paro ahí tratando de aparentar paciencia e indiferencia. He descubierto que lo mas entretenido que se puede hacer es ver las mercancías de los demás y tratar de descubrir que piensan hacer con eso. Por ejemplo, los que llevan el carrito lleno de comida congelada, otros llenos de vegetales, quienes son recién llegados, o parranderos. Creo que el tratado debería ser sobre perfiles psicológicos en base a las compras.

Sunday, October 08, 2006

Sin palabras

Sin mucho que decir.
Solo que quisiera hablarte.
Tal vez después.
No hay nada más rápido que el tiempo.
pronto...llegará el día...

Thursday, October 05, 2006

Hasta pronto.

Había llegado el momento. Aún y cuando el tiempo se había dilatado y cada paso del segundero fue memorable, era el momento. En ese instante hubiera querido detener el correr del tiempo y quedarme ahí, siendo feliz, tal como lo fuí. Te miré, sin saber que hacer, con la incertidumbre de quien sabe que tal vez no vuelva a ver a esa persona. Quise decir tantas cosas, pero el silencio pudo mas. Aunque tal vez el silencio realmente lo dijo todo. No sé como, pero en ese momento nuestras manos se encontraron por una fracción de segundo, y quisiera no haber soltado nunca tu mano tan delicada. Pero nos separamos. Era la despedida. Tuve miedo, quería que supieras todo lo que había dentro de mí, y que no podía contener, pero ahí se quedó. Los nervios se apoderaron de mí para no dejarme. Sin embargo, en un momento de lucidez, logré acercarme a tí, hasta tu frente, donde en un intento de expresar al menos una pequeña parte de mis sentimentos, deposité un beso. Recuerdo que sonreíste. Un poco nerviosa, tal vez. Yo lo estaba mas, y lo único que pude decir, fue hasta pronto.


Wednesday, October 04, 2006


En la penumbra de mi cuarto
donde solo el silencio asoma
recuerdo tu rostro
como todas las noches
antes de rendirme al sueño
en los abismales encuentros del ser
encuentros lejanos
lejanos como tú
aún recuerdo tu sonrisa
como no he visto otra.
Mientras la guadaña del tiempo avanza
yo solo la puedo contemplar
prescencio su caminar
de su afilado perfil me aferro
esperando que al marchar
pueda llevarme a ti.

Tuesday, October 03, 2006


A riesgo de verme demasiado joto, como diría mi amigo Carlos, voy a escribir lo siguiente. Aunque no lo parezca debajo de mi expresión seria se encuentra un lado soñador y romántico. Lo sé bien, siempre me han dicho que tengo cara de enojado. Recuerdo que cuando era niño mis primos me preguntaban que por que estaba tan serio, que si estaba enojado. Fue un trauma que me persiguió hasta la edad madura, cuando en la facultad mi amigo Pablo insistía en decirme que tenía cara de enojado y carácter encabronadizo. Tú tienes cara de borracho, solía decirle yo. Y es que no solo tenía la cara. Para no entrar en elucubraciones logré superar ese trauma hace poco menos de un año cuando me dijeron que me veía muy contento. Me imaginé a mi mismo con una sonrisa estúpida mirando hacia el cielo mientras los rayos del sol me iluminaban.

No puedo decir que mi vida haya sido cambiada a partir de entonces y que salga a la calle sonriendo y con ganas de abrazar y darle los buenos días al primero que se me atraviese. Sigo manteniendo mi postura escéptica, aunque realmente vea las cosas distintas. Muchos acontecimientos me han hecho pensar y trato de aprovechar y verle el lado bueno a las cosas. Aunque sigan viendo al mismo pelao con cara de enojado.



Y que pasaría si por un momento te veo
tan solo por una fracción de vida
y si en esa mirada se vuelcan mis deseos,
mis sentimientos,
mis temores.
¿Entenderías como me siento?
¿Lograrías captar la escencia?
¿Podrías recojerme de donde estoy?
O seguiría tirado
olvidado y alejado de la humanidad.
¿Será mejor quedarse con la duda y continuar?
¿Evitar un trastorno?
No lo creo.


Monday, October 02, 2006

Dos años de vacaciones (continuación del post anterior)


Fue un jueves mi primer día en este país. Mi segunda lección práctica de supervivencia general fué que todas las tiendas tienen la costumbre de cerrar temprano. Así que no me quedó de otra mas que conformarme con comprar pollo frito en una tienda. Eran las nueve de la noche, después de un viaje de casi un día, yo estaba hambriento y no podía ponerme remilgoso. Además, si mi madre, leyera esto, pensaría "remilgoso tu, tu te puedes comer lo que sea" o bien "tú siempre tienes mucha hambre". En fin. Desperté a eso de las 3 de la tarde del día siguiente bastante afectado por el jetlag, y después de reanimarme con un baño, decidí salir en busca de bastimento. Estaba en una ciudad deconocida, apenas si sabía hacía que rumbo caminar, pero arriesgándome a perderme por completo, salí. Aquí podría escribir algo así como el que no arriesga no gana, o alguna de esas frases tan gastadas, pero no es mi estilo. Salí lleno de incertidumbre, con miedo de que me atropellaran en cada esquina (aún a estas alturas a veces no se hacia que lado voltear al cruzar la calle), sin saber realmente a donde iba, y lo mas importante, que aún no me hacía a la idea de que estaba a 10000 kilómetros de mi casa.


No voy a entrar en detalle como fué que llegué a la tienda. El caso es que después de hacer suposiciones y adivinar el camino llegué. Como si fuera lo mas natural del mundo, tomé un carrito que encontre solo, y entré. Mas tarde me dí cuenta de que le había robado el carrito a alguien, y no solo el carrito, sino también una moneda de libra. Y es que aquí hay que hecharle un tostón a los carritos para desengancharlos, claro está que al término de las compras se devuelve.



Al salir iba tan cargado con una colección tan variada de objetos, entre los que se contaban una almohada, sábanas, cobertor, radio, sartenes, platos, comestibles (aquí el lector puede imaginarse mi figura tambaleándose cargando estos implementos), y además estaba lloviendo, así que decidí de nuevo tomar un taxi. Además, aún no sabía utilizar los camiones. Misma operación del día anterior, levantar el teléfono, y pedir un taxi.


No puedo recordar exactamente qué fué lo que compré para comer, pero si puedo recordar lo que no compré. No compré cucharas, tenedores o cuchillos. No compré sal. No compré azucar, y creo que ni siquiera leche. Además al llegar descubrí que el cobertor que había comprado era solo el relleno con una delgada cubierta y que se le debía poner una cubierta encima. Lo que compré pensando eran sábanas y cubierta para el colchón, no lo eran, era precisamente una cubierta para el cobertor y para la almohada. De todas maneras no sirvió para nada, por que las compré tamaño individual, como la cama, y el cobertor era el mas grande que encontré. A la fecha, el cobertor sigue sin cubierta. Y la cama nunca tuvo cubierta. O mas bien, fabriqué una con la que era para el cobertor. Nada se desperdicia.



Sunday, October 01, 2006

A dos años de estar viviendo fuera de mi país. Asi es. Difícil de creer, pero este ayer se cumplieron dos años de que llegué a Inglaterra con el objetivo de realizar estudios de postgrado. 30 de septiembre del 2004, reza el sello en mi pasaporte.


Cuando llegué, el clima de Inglaterra hacía honor a su fama. El otoño acababa de iniciar, y el clima estaba nublado, un poco lluvioso, húmedo. Para mi el cambio fué muy drástico, venir de Monterrey, donde la temperatura en septiembre supera los 30 grados, y aun hay dias en que roza los 40, para llegar a Londres, con unos 14 grados mas o menos, fue bastante pesado. Hoy al mirar hacia atrás, en estas fechas, que el clima es semejante, es cuando realmente me doy cuenta del cambio que viví. Hoy puedo salir a la calle en manga corta sin problemas. Hace dos años salía como repollo. Uno se acostumbra, bien o mal, a estas cosas.


Aún no se exactamente como es que pude llegar hasta la casa en donde estuve viviendo. Yo pensaba que sabía hablar inglés, pero no sabía nada. Cuando me bajé del avión y compré el boleto de autobús a Southampton (ahí fue donde me dí cuenta de la primera gran diferencia entre el inglés británico y el americano, por que aquí se dice coach, no bus) no sabía ni donde me iba a bajar. A cada que el camión pasaba por una ciudad yo estaba atento a tratar de descubrir el nombre. Así pasamos por Winchester, y luego a Southampton. Al llegar a la estación, pedí un taxi. Segundo detalle de importancia. Aquí es casi impensable parar un taxi en la calle, hay que pedirlo. Así que después de preguntar, me dijeron que ahí había un teléfono y que pidiera un taxi. Fuí, descolgué, me atendieron y de una manera u otra al poco rato llegó el taxi. Abordé pensando que por dirigirme a una residencia de la Universidad, todo el mundo conocería su ubicación, y el taxista me llevaría sin problemas. Craso error. - St. Margarets house, please- Dije yo. Pero el taxista me miró sin comprender. En que calle queda, me preguntó. Huelga decir que yo no había tomado la precaución de anotar la dirección exacta. Tuvo que detenerse a checar el mapa, donde estaban las residencias de la Universidad, etc. Por fin llegamos.

Eran poco mas de las 7 de la tarde cuando llegué a la casa. Ya estaba oscuro. Yo pensaba que había una recepción, o algo así, pero nada mas que una puerta cerrada. Yo no tenía clave para entrar, pero afortunadamente pasaba por ahí una residente que amablemente me abrió la puerta. Fui con la persona que estaba de guardia, un español por cierto, y por fin estuve en mi cuarto.

Una nueva etapa comenzaba.

Posted by Picasa